
María Fernanda cursa quinto de primaria en la Institución Educativa Técnica Kisgó Rural sede Chuluambo, en el municipio de Silvia, departamento del Cauca y una de las regiones más afectadas por el conflicto armado en Colombia.
Actualmente concurre con su hermana menor a la escuela y comparten el mismo salón de clases junto a compañeros que se encuentran en otros grados y con diferentes edades. Su casa está a 45 minutos a pie de distancia.
Cuando María Fernanda era pequeña su madre consultó a un médico porque notó que la niña siempre estaba fatigada y lloraba mucho. Allí recibió el diagnóstico: déficit intelectual. Inmediatamente su mamá siguió las indicaciones de los médicos y llevó a María Fernanda a terapias ocupacionales y de fonoaudiología y realizó estimulación en el hogar.
María Fernanda asistió a la escuela del resguardo indígena desde preescolar hasta segundo de primaria. Sin embargo, allí fue constantemente discriminada por sus compañeros de clase y no quería seguir estudiando. Cuando su madre observó la situación decidió cambiarla de institución: así, María Fernanda ingresó a la escuela Chuluambo, en donde encontró un ambiente más receptivo, respetuoso y tolerante frente a las diferencias.
Para esa época, una amiga de la mamá de María Fernanda le contó de FUNISTEJE, una organización de base comunitaria que acompaña en sus estudios a alumnos con discapacidad. Como desde sus inicios escolares la niña presentaba dificultades para aprender algunos conceptos o prestar atención a sus profesores, su mamá no dudó e inscribió a la niña, quien comenzó a concurrir todas las semanas al servicio de aula de apoyo de FUNISTEJE, situado en la institución educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Esta fundación tiene una peculiaridad: al ser un aula de apoyo “a cielo abierto” la comunidad percibe el trabajo como una labor del pueblo y para el pueblo, incluyendo las diferentes organizaciones al servicio de los estudiantes y familias, en especial la comisaria de familia y los centros de salud.
Beatriz, la directora de FUNISTEJE, tuvo y tiene un rol protagónico en la vida de madre e hija. Ella es una referente de ayuda y acompañamiento. Más que una profesora, es una líder del lugar donde habita. Recorre y conoce a su población y a su territorio como estrategia de diagnóstico y de intervención, observando, escuchando y actuando ante problemáticas que vinculen, en especial, a personas con discapacidad. Su rol en la comunidad es conocido y validado por las diferentes culturas que habitan en el municipio. Es una guía “viviente”, una orientadora en cada esquina del pueblo. La creación de redes y conexiones motorizados por Beatriz ha traído oportunidades y grandes progresos a niños, niñas y jóvenes que estudian en la escuela, además de posibilitar la expansión de conocimiento en lugares remotos y con escasas oportunidades de acceso a la educación.